Cristian Gillen, James Petras, el
posmodernismo y el posmarxismo
Lectura
de un libro que merece el corazón afilado, de Cristian Gillen
“Del
Neostalinismo al Postmarxismo”
Por Ernesto
Montero Campos
A
Cristian Gillen y Gustavo Pérez
por
seguir creyendo en los bellos cuentos de Marx
La política de izquierda a nivel
nacional y mundial ha tenido sus variantes, cada día son muchos los que desean
que tal trinchera se pervierta y claudique en sus postulados; con el pretexto
de que la lucha de clases no existe y que estamos bajo un periodo de paz, los
trabajos bajan de intensidad y de color, pasando del rojo granate al rosado que
todos toleran. Moderación es el término que actualmente se usa para evitar la
confrontación directa y camuflarse en ideologías que han deteriorado avances
para el poder popular, con fantoches de marxismo y supuesto apoyo a las luchas
populares, la izquierda mundial debe llegar cada día más a una rigurosidad que
elimine de sus filas a aquellos que quieren llenar de quitina el proceso
denominado: revolución. Es en el “Discurso
al Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes”, donde Ernesto Guevara de
la Serna manifestó (y debemos tener en cuenta), que “La moderación es otra de las palabras que les gusta usar a los agentes
de la colonia, son moderados, todos los que tienen miedo o todos los que
piensan traicionar de alguna forma (…)
El pueblo no es de ninguna manera moderado”.
Después de observar el actual proceso político peruano, en donde la
traición y el acomodo al proyecto neoliberal del actual presidente militar
Ollanta Humala, cabe reconocer a los supuestos agentes coloniales y profundizar
más en un análisis real y concreto dentro de las filas revolucionarias.
La izquierda peruana - incluidos
los grupos alzados en armas, juntamente con sus iluminados repliegues
estratégicos, tácticos y más-, olvidó su lucha frontal contra el imperialismo,
dejando libres sus posiciones, obsequiando al enemigo un pueblo agotado, pero
con harta militancia muy pequeñita, la que aprendió a sobrevivir en la tierra
del lobo, en la fauna abusiva, en la jungla de cemento para unos pocos y barro
para muchos. La olvidaron en definitiva y trataron de camuflar sus rebeldías en
ideologías alternas, en organizaciones ajenas a un proceso radical, renegando
así del socialismo y comunismo que defendían. La mayoría claudicó y muchos los
vemos en aquellos grupos caviares sonriendo y convirtiéndose así en títeres del
capitalismo mayor.
James
Petras señala en un artículo: “la lucha actual no es entre las clases en las
fábricas, sino entre el Estado y las clases desarraigadas en las calles y los
mercados, desplazadas del empleo fijo y obligadas a producir y vender y a
soportar los costos de su reproducción social. La integración al mercado de
explotadores de élite y compradores medianos y pequeños tiene su contrapartida
en la desintegración de la economía interior, industria local, pequeñas granjas
con su concomitante desplazamiento de productores o al extranjero”. Los
organismos actualmente le hacen el juego al gran monopolio, es decir, al gran
capital, no se les otorga ninguna ventaja a las clases humildes sobre las
clases pudientes, se prefiere la limpieza y el supuesto orden de las grandes
multinacionales y negocios grandes, donde el que más ingresos tiene puede
adquirir. Cabría también preguntarse si los que son cómplices abiertos de la
globalización neoliberal integrarían el lado izquierdo de la lucha, o ya
estarían asumiendo su verdadera posición de clase. Se vive en un sistema que
ahorca al más pequeño, que en vez de darle alternativas de emancipación y
libertades para negocios locales, se les arrastra al submundo sin importar sus
problemáticas y organizaciones que van forjando. Son aquellos espacios donde el
trabajo revolucionario debería también llegar.
Y pasando al punto de las ONGs,
aquellos Organismos No Gubernamentales supuestamente. Estos organismos aparecieron
en los años 60, radicándose más en los 70 y en los 80 por toda Latinoamérica y
demás continentes en ebullición capitalista pero con bastantes gérmenes de
rebelión. La misión central de estas organizaciones hasta la actualidad es
apagar las pequeñas chispas de inconformidad con el sistema que impera en el
globo (globalización). Las ONGs entraron como ayuda humanitaria ante los
genocidios auspiciados por sus propios jefes: el FMI, el BID, BM y demás organismos
pro-estadounidenses; mostrando como táctica su lado “amable” en la ayuda ante
las ciudades empobrecidas, llevando campos de supuesto desarrollo económico,
implementando sus necesidades con maquillaje perecedero logrando paliar así sus
necesidades. Pasando así ser mejor vistas por la izquierda, pasando al bando
del campo progresista. La misma realidad pasó en el Perú. Los compañeros
desmitificando el mito del Che Guevara de austeridad, empezaron a sintonizar
con el legado de las ONGs y cambiaron su lucha encarnizada contra el imperio,
por pequeñas luchas que cada día armonizaban más con el sistema neoliberal. Y
es ahí donde entra a tallar el Postmarxismo.
Cristian
Gillen, James Petras y El Postmarxismo
Cristian Gillen es un compañero
marxista peruano, que en toda su vida a luchado por un marxismo que rescata la
esencia de la teoría de Marx, la única
que en verdad beneficia al proletariado o pueblo en general: las relaciones
sociales de producción, contradiciendo a los que defendían y siguen defendiendo
desde la época de Marx a las fuerzas productivas. Gillen en un artículo
titulado “El pensamiento posmarxista y la
coyuntura política peruana”, señalaba:
“Entre los
defensores más notorios del reformismo, podemos mencionar a Bernstein,
representante eminente de la Segunda Internacional. Bernstein pensaba que en un
capitalismo reformado se podía lograr un desarrollo que beneficie a todos y,
por lo tanto, era posible alcanzar justicia y libertad”
Y
“En su
tiempo, Mariátegui tuvo que enfrentar de manera decidida a socialistas
apócrifos como Max Eastman y Henri Le Mann, que en nombre del lenguaje y el
psicoanálisis, querían superar los señalamientos de Marx con respecto a sus
categorías centrales como las clases, el valor, entre otros, a fin de lograr un
capitalismo homogéneo, libre de contradicciones.”
El
reformismo fue duramente atacado en la época de Marx, Lenin y Mariátegui, sin
mencionar al combate ideológico que mantuvo Ernesto Guevara en los años del
62-64, en pos de un hombre nuevo frente a tanta postura caduca y determinista,
y los que mantienen diferentes marxistas hasta la época. Bernstein, mencionado
por Gillen sería uno de los abuelos de los electoreros y parlamentaristas de la
actualidad, que luchan en busca de su beneficio propio.
El
postmarxismo en palabras fáciles por James Petras es “una posición intelectual de
moda con el triunfo del neoliberalismo y el retroceso de la clase trabajadora
(…) son ex -marxistas cuyo punto de partida es una crítica al marxismo e
intenta proveer una teoría alternativa o al menos una línea aceptable de
análisis”.
Los postmarxistas
renegando así de su pasado, denominando fracasos a las experiencias
socialistas: china, rusa, corea, Centroamérica y demás: “los postmarxistas
confunden el comunismo soviético con los movimientos socialistas democráticos
populares en América Latina”, James Petras. Experimentando diferentes catarsis se
lanzan en contra de toda lucha y revolución, porque las revoluciones o intento
de ellas siempre acaban mal y plantan a su vez gobiernos dictatoriales, que para
ellos no existe la lucha de clases y niegan procesos democráticos de izquierda
porque pudieran tener un tinte dictador y tirano. Alejan su pureza del manto
rojo del comunismo, para no ensuciar su ideología moderna. Son algunos
señalamientos que acompaña al postmarxismo actualmente.
Actualmente dentro de la izquierda peruana, pertenecer
a ella es muy sencillo, basta tener dentro de su lenguaje la palabra pueblo,
popular y listo. No hay rigurosidad en las filas del pueblo, al menos aún no la
hay.
James
Petras en su artículo “El postmarxismo rampante. Una crítica a los
intelectuales y a las ONGs”, señala “Desgraciadamente, muchos izquierdistas
sólo se enfocaron en el neoliberalismo desde arriba y desde afuera (FMI y BM) y
no en el neoliberalismo desde abajo y desde dentro (las ONG y las microempresas).
Una razón importante para este error de apreciación fue la conversión de muchos
neomarxistas a la fórmula y a la práctica de las ONG. El postmarxismo fue el
boleto de tránsito ideológico de la política de clases al desarrollo
comunitario, del marxismo a las ONG”. Por eso actualmente ver compañeros
vinculados a ONGs, trabajando de directores y asesores, de estudiosos en
proyectos ONGs no es ya un vacío, ni un parecido a lo irreal; siempre renegando
de lo radical, preparándose para las prontas elecciones y aceptando cualquier
regalo de donde venga. Estos son los que están afiebrados en el postmarxismo.
Las ONGs
sin duda son tan sólo una parte de la encrucijada postmarxista que viene
realizando a nivel mundial, sus postulados solamente tratan de confundir y
hacer del capitalismo un sistema aceptable. Para cerrar el punto de las ONGs,
son ellas (quizás no todas) que han venido desarrollando un capitalismo de
zapa, desligando al pueblo de la lucha de clases, inventando rivalidades entre
géneros, razas o sexos; olvidando así la lucha frontal que se debe tener con
cada burguesía nacional. Por lo tanto,
la lucha en este terreno es importante para renovar los lazos con el pueblo que
cada día lo más probable sea su lumpenización o su burocratización, siendo
cualquiera de los dos partícipes de la traición a la hora de las papas
calientes. Solamente el sastre diferenciaría a cada uno de ellos.
Cristian Gillen y su libro anti-postmarxista
El jueves
22 de este mes, noviembre 2012, se dará la presentación del libro del compañero
marxista Cristian Gillen, titulado “Del
Nestoestalinismo al Posmarxismo. Althusser, Laclau, Mouffe, Zižek y Badiou”, en
un lugar muy especial: la casa del amauta José Carlos Mariátegui, lugar de
arduos debates de la política de izquierda, un lugar que se debe seguir
llenando de cultura revolucionaria para el avance revolucionario de toda una
juventud que asume militancia cada día más.
El libro
sin lugar a duda plantea varios puntos para el debate, que en esa noche y en
otras más, porque largo es el camino, se irá discutiendo. Lanza primero una
posición antipostmarxista, clave de las hojas internas del libro, donde irá
disgregando postulados antimarxistas, empezando por el padre de tal teoría: Louis Althusser, personaje que dividió a Carlos Marx en el “joven Marx” y el
“Marx maduro”, catapultando las ideas del joven Marx por falta de ciencia y por
ser pura ideología o puro idealismo. Un individuo que para el comandante Che Guevara
en palabras de su amigo Orlando Borrego, estaría “fuera de foco”, por dirigir
solo su apreciación al Marx maduro y olvidar la filosofía llena de práctica en
la juventud de Marx. Claro ejemplo de esa disputa es el esfuerzo de Guevara por
rescatar los Manuscritos de 1844 de
Marx, y la dura crítica a los manuales estalinistas de la URSS, aquellos
“ladrillos”.
Otro debate que tuvo Guevara en contra de los postulados
althusserianos, fue con el discípulo y pro estalinista, también francés Charles
Bettelheim, un duro partícipe del cálculo económico, de la producción por
producción, de los estímulos materiales. Pero pasemos a parte del interior del
libro. El libro es parte del camino de defensa del marxismo que Mariátegui
iniciaría en su libro “En Defensa del Marxismo”,
donde se propone una teoría emancipadora o como diría Gillen: “… este proyecto
se diferencia totalmente de lo que se denomina socialismo real, que se
caracterizó por consolidar el poder de una nueva clase dominante, la burguesía
de Estado”.
La idea central de todo el libro es ir disgregando las
actuales posturas de supuestos marxistas como la del psicoanalista francés
Louis Althusser, que “cuestiona las principales ideas de Marx, en especial, la
teoría del valor, de las clases y de la transformación capitalista”, escribe
Cristian Gillen en la página 2 del libro
publicado por Editorial Horizonte. Recordándonos a lo que James Petras
denominaba a los postmarxistas, en palabras del compañero Gillen, “esos filósofos
plantean mejoras dentro del capitalismo o contribuyen a la despolitización de
la clase trabajadora (…)Laclau se contenta con enunciar lo que él llama una
en las condiciones actuales del capitalismo global,
que consistiría en sólo hacer cambios dentro de éste mediante una mayor
regulación del Estado”.
La primera parte,
refleja el ir y venir del filósofo francés, Althusser: “Su producción
posibilitó la instauración de un neoestalinismo más atractivo para los
científicos, técnicos, académicos y estudiantes, que para Althusser eran los
agentes centrales para impulsar el marxismo dentro de la nueva modernidad que
imperaba en Europa”.
Los procesos latinoamericanos, cada día son más marcados por
esta postura postmarxista, cabría ojear un poco el panorama para darnos cuenta
hacia donde se dirige el sino de aquellos procesos, sus enfoques de algunos
productivistas y cientificistas en las épocas del 80 señalaron sus supuestas
derrotas, retrocediendo hacia un capitalismo de Estado, burocrático y alejado
del pueblo. Estas experiencias solo significan reflexión, tendrán que ser analizarlas
hasta llegar al meollo del asunto, porque las casualidades dentro del ajedrez
imperial no existen. El libro de Cristian Gillen es un pretexto más para no
desfallecer el corazón en esta lucha a diaria contra un sistema que ofrece sus
mejores caras; parafraseando algún libro sagrado: el camino largo y angosto
siempre será el más seguro.
Hasta la victoria siempre
Ernesto Montero Campos
Amor_revolucionario@hotmail.com
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