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13 nov 2012

Art:Cristian Gillen, James Petras, el posmodernismo y el posmarxismo/


Cristian Gillen, James Petras, el posmodernismo y el posmarxismo
Lectura de un libro que merece el corazón afilado, de Cristian Gillen
“Del Neostalinismo al Postmarxismo”

Por Ernesto Montero Campos


A Cristian Gillen y Gustavo Pérez
por seguir creyendo en los bellos cuentos de Marx



La política de izquierda a nivel nacional y mundial ha tenido sus variantes, cada día son muchos los que desean que tal trinchera se pervierta y claudique en sus postulados; con el pretexto de que la lucha de clases no existe y que estamos bajo un periodo de paz, los trabajos bajan de intensidad y de color, pasando del rojo granate al rosado que todos toleran. Moderación es el término que actualmente se usa para evitar la confrontación directa y camuflarse en ideologías que han deteriorado avances para el poder popular, con fantoches de marxismo y supuesto apoyo a las luchas populares, la izquierda mundial debe llegar cada día más a una rigurosidad que elimine de sus filas a aquellos que quieren llenar de quitina el proceso denominado: revolución. Es en el “Discurso al Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes”, donde Ernesto Guevara de la Serna manifestó (y debemos tener en cuenta), que “La moderación es otra de las palabras que les gusta usar a los agentes de la colonia, son moderados, todos los que tienen miedo o todos los que piensan traicionar de alguna forma  (…) El pueblo no es de ninguna manera moderado”.  Después de observar el actual proceso político peruano, en donde la traición y el acomodo al proyecto neoliberal del actual presidente militar Ollanta Humala, cabe reconocer a los supuestos agentes coloniales y profundizar más en un análisis real y concreto dentro de las filas revolucionarias.

La izquierda peruana - incluidos los grupos alzados en armas, juntamente con sus iluminados repliegues estratégicos, tácticos y más-, olvidó su lucha frontal contra el imperialismo, dejando libres sus posiciones, obsequiando al enemigo un pueblo agotado, pero con harta militancia muy pequeñita, la que aprendió a sobrevivir en la tierra del lobo, en la fauna abusiva, en la jungla de cemento para unos pocos y barro para muchos. La olvidaron en definitiva y trataron de camuflar sus rebeldías en ideologías alternas, en organizaciones ajenas a un proceso radical, renegando así del socialismo y comunismo que defendían. La mayoría claudicó y muchos los vemos en aquellos grupos caviares sonriendo y convirtiéndose así en títeres del capitalismo mayor.

James Petras señala en un artículo: “la lucha actual no es entre las clases en las fábricas, sino entre el Estado y las clases desarraigadas en las calles y los mercados, desplazadas del empleo fijo y obligadas a producir y vender y a soportar los costos de su reproducción social. La integración al mercado de explotadores de élite y compradores medianos y pequeños tiene su contrapartida en la desintegración de la economía interior, industria local, pequeñas granjas con su concomitante desplazamiento de productores o al extranjero”. Los organismos actualmente le hacen el juego al gran monopolio, es decir, al gran capital, no se les otorga ninguna ventaja a las clases humildes sobre las clases pudientes, se prefiere la limpieza y el supuesto orden de las grandes multinacionales y negocios grandes, donde el que más ingresos tiene puede adquirir. Cabría también preguntarse si los que son cómplices abiertos de la globalización neoliberal integrarían el lado izquierdo de la lucha, o ya estarían asumiendo su verdadera posición de clase. Se vive en un sistema que ahorca al más pequeño, que en vez de darle alternativas de emancipación y libertades para negocios locales, se les arrastra al submundo sin importar sus problemáticas y organizaciones que van forjando. Son aquellos espacios donde el trabajo revolucionario debería también llegar.


Y pasando al punto de las ONGs, aquellos Organismos No Gubernamentales supuestamente. Estos organismos aparecieron en los años 60, radicándose más en los 70 y en los 80 por toda Latinoamérica y demás continentes en ebullición capitalista pero con bastantes gérmenes de rebelión. La misión central de estas organizaciones hasta la actualidad es apagar las pequeñas chispas de inconformidad con el sistema que impera en el globo (globalización). Las ONGs entraron como ayuda humanitaria ante los genocidios auspiciados por sus propios jefes: el FMI, el BID, BM y demás organismos pro-estadounidenses; mostrando como táctica su lado “amable” en la ayuda ante las ciudades empobrecidas, llevando campos de supuesto desarrollo económico, implementando sus necesidades con maquillaje perecedero logrando paliar así sus necesidades. Pasando así ser mejor vistas por la izquierda, pasando al bando del campo progresista. La misma realidad pasó en el Perú. Los compañeros desmitificando el mito del Che Guevara de austeridad, empezaron a sintonizar con el legado de las ONGs y cambiaron su lucha encarnizada contra el imperio, por pequeñas luchas que cada día armonizaban más con el sistema neoliberal. Y es ahí donde entra a tallar el Postmarxismo.

Cristian Gillen, James Petras y El Postmarxismo

Cristian Gillen es un compañero marxista peruano, que en toda su vida a luchado por un marxismo que rescata la esencia de  la teoría de Marx, la única que en verdad beneficia al proletariado o pueblo en general: las relaciones sociales de producción, contradiciendo a los que defendían y siguen defendiendo desde la época de Marx a las fuerzas productivas. Gillen en un artículo titulado “El pensamiento posmarxista  y la coyuntura política peruana”, señalaba:

Entre los defensores más notorios del reformismo, podemos mencionar a Bernstein, representante eminente de la Segunda Internacional. Bernstein pensaba que en un capitalismo reformado se podía lograr un desarrollo que beneficie a todos y, por lo tanto, era posible alcanzar justicia y libertad”

Y

“En su tiempo, Mariátegui tuvo que enfrentar de manera decidida a socialistas apócrifos como Max Eastman y Henri Le Mann, que en nombre del lenguaje y el psicoanálisis, querían superar los señalamientos de Marx con respecto a sus categorías centrales como las clases, el valor, entre otros, a fin de lograr un capitalismo homogéneo, libre de contradicciones.”

El reformismo fue duramente atacado en la época de Marx, Lenin y Mariátegui, sin mencionar al combate ideológico que mantuvo Ernesto Guevara en los años del 62-64, en pos de un hombre nuevo frente a tanta postura caduca y determinista, y los que mantienen diferentes marxistas hasta la época. Bernstein, mencionado por Gillen sería uno de los abuelos de los electoreros y parlamentaristas de la actualidad, que luchan en busca de su beneficio propio.

El postmarxismo en palabras fáciles por James Petras es “una posición intelectual de moda con el triunfo del neoliberalismo y el retroceso de la clase trabajadora (…) son ex -marxistas cuyo punto de partida es una crítica al marxismo e intenta proveer una teoría alternativa o al menos una línea aceptable de análisis”.

Los postmarxistas renegando así de su pasado, denominando fracasos a las experiencias socialistas: china, rusa, corea, Centroamérica y demás: “los postmarxistas confunden el comunismo soviético con los movimientos socialistas democráticos populares en América Latina”, James Petras. Experimentando diferentes catarsis se lanzan en contra de toda lucha y revolución, porque las revoluciones o intento de ellas siempre acaban mal y plantan a su vez gobiernos dictatoriales, que para ellos no existe la lucha de clases y niegan procesos democráticos de izquierda porque pudieran tener un tinte dictador y tirano. Alejan su pureza del manto rojo del comunismo, para no ensuciar su ideología moderna. Son algunos señalamientos que acompaña al postmarxismo actualmente.

 Actualmente dentro de la izquierda peruana, pertenecer a ella es muy sencillo, basta tener dentro de su lenguaje la palabra pueblo, popular y listo. No hay rigurosidad en las filas del pueblo, al menos aún no la hay.

James Petras en su artículo “El postmarxismo rampante. Una crítica a los intelectuales y a las ONGs”, señala “Desgraciadamente, muchos izquierdistas sólo se enfocaron en el neoliberalismo desde arriba y desde afuera (FMI y BM) y no en el neoliberalismo desde abajo y desde dentro (las ONG y las microempresas). Una razón importante para este error de apreciación fue la conversión de muchos neomarxistas a la fórmula y a la práctica de las ONG. El postmarxismo fue el boleto de tránsito ideológico de la política de clases al desarrollo comunitario, del marxismo a las ONG”. Por eso actualmente ver compañeros vinculados a ONGs, trabajando de directores y asesores, de estudiosos en proyectos ONGs no es ya un vacío, ni un parecido a lo irreal; siempre renegando de lo radical, preparándose para las prontas elecciones y aceptando cualquier regalo de donde venga. Estos son los que están afiebrados en el postmarxismo.

Las ONGs sin duda son tan sólo una parte de la encrucijada postmarxista que viene realizando a nivel mundial, sus postulados solamente tratan de confundir y hacer del capitalismo un sistema aceptable. Para cerrar el punto de las ONGs, son ellas (quizás no todas) que han venido desarrollando un capitalismo de zapa, desligando al pueblo de la lucha de clases, inventando rivalidades entre géneros, razas o sexos; olvidando así la lucha frontal que se debe tener con cada burguesía nacional.  Por lo tanto, la lucha en este terreno es importante para renovar los lazos con el pueblo que cada día lo más probable sea su lumpenización o su burocratización, siendo cualquiera de los dos partícipes de la traición a la hora de las papas calientes. Solamente el sastre diferenciaría a cada uno de ellos.

Cristian Gillen y su libro anti-postmarxista

El jueves 22 de este mes, noviembre 2012, se dará la presentación del libro del compañero marxista Cristian Gillen, titulado  “Del Nestoestalinismo al Posmarxismo. Althusser, Laclau, Mouffe, Zižek y Badiou”, en un lugar muy especial: la casa del amauta José Carlos Mariátegui, lugar de arduos debates de la política de izquierda, un lugar que se debe seguir llenando de cultura revolucionaria para el avance revolucionario de toda una juventud que asume militancia cada día más.

El libro sin lugar a duda plantea varios puntos para el debate, que en esa noche y en otras más, porque largo es el camino, se irá discutiendo. Lanza primero una posición antipostmarxista, clave de las hojas internas del libro, donde irá disgregando postulados antimarxistas, empezando por el padre de tal teoría: Louis Althusser, personaje que dividió a Carlos Marx en el “joven Marx” y el “Marx maduro”, catapultando las ideas del joven Marx por falta de ciencia y por ser pura ideología o puro idealismo. Un individuo que para el comandante Che Guevara en palabras de su amigo Orlando Borrego, estaría “fuera de foco”, por dirigir solo su apreciación al Marx maduro y olvidar la filosofía llena de práctica en la juventud de Marx. Claro ejemplo de esa disputa es el esfuerzo de Guevara por rescatar los Manuscritos de 1844 de Marx, y la dura crítica a los manuales estalinistas de la URSS, aquellos “ladrillos”.

Otro debate que tuvo Guevara en contra de los postulados althusserianos, fue con el discípulo y pro estalinista, también francés Charles Bettelheim, un duro partícipe del cálculo económico, de la producción por producción, de los estímulos materiales. Pero pasemos a parte del interior del libro. El libro es parte del camino de defensa del marxismo que Mariátegui iniciaría en su libro “En Defensa del Marxismo”, donde se propone una teoría emancipadora o como diría Gillen: “… este proyecto se diferencia totalmente de lo que se denomina socialismo real, que se caracterizó por consolidar el poder de una nueva clase dominante, la burguesía de Estado”. 

La idea central de todo el libro es ir disgregando las actuales posturas de supuestos marxistas como la del psicoanalista francés Louis Althusser, que “cuestiona las principales ideas de Marx, en especial, la teoría del valor, de las clases y de la transformación capitalista”, escribe Cristian Gillen en la página 2  del libro publicado por Editorial Horizonte. Recordándonos a lo que James Petras denominaba a los postmarxistas, en palabras del compañero Gillen, “esos filósofos plantean mejoras dentro del capitalismo o contribuyen a la despolitización de la clase trabajadora (…)Laclau se contenta con enunciar lo que él llama una en las condiciones actuales del capitalismo global, que consistiría en sólo hacer cambios dentro de éste mediante una mayor regulación del Estado”.

La primera parte, refleja el ir y venir del filósofo francés, Althusser: “Su producción posibilitó la instauración de un neoestalinismo más atractivo para los científicos, técnicos, académicos y estudiantes, que para Althusser eran los agentes centrales para impulsar el marxismo dentro de la nueva modernidad que imperaba en Europa”.

Los procesos latinoamericanos, cada día son más marcados por esta postura postmarxista, cabría ojear un poco el panorama para darnos cuenta hacia donde se dirige el sino de aquellos procesos, sus enfoques de algunos productivistas y cientificistas en las épocas del 80 señalaron sus supuestas derrotas, retrocediendo hacia un capitalismo de Estado, burocrático y alejado del pueblo. Estas experiencias solo significan reflexión, tendrán que ser analizarlas hasta llegar al meollo del asunto, porque las casualidades dentro del ajedrez imperial no existen. El libro de Cristian Gillen es un pretexto más para no desfallecer el corazón en esta lucha a diaria contra un sistema que ofrece sus mejores caras; parafraseando algún libro sagrado: el camino largo y angosto siempre será el más seguro.

Hasta la victoria siempre
Ernesto Montero Campos
Amor_revolucionario@hotmail.com

1 comentario:

Anónimo dijo...
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