Las resurrecciones existen sino pregúntenle a la poesía
A Tomás Temoche / Grupo Yawar (teatro)
Dicen que lo vieron
comiendo en el comedor más proletario del país
en donde putas y obreros
madressinniños y niñossinmadres
locos sin atar
descorazonados por el sistema
logran una sencilla comunión
perfecta comunión
sin hostias ni burocracia
ni repetición ni libretos
Comía y sonreía
disparando ternura
como hace más de dos mil años
en donde juró nunca más volver a nacer
pero el llamado era más fuerte
las señales / el 2012 / el desamor
Comía
y sonreía su arma
un vaquero equivocado de tiempo
luchador que como todos
empieza solitario
Encendió un cigarrillo
y entre la muchedumbre
las parábolas eran pan comido
la rabia / el cariño/
el viento del corazón
las frases del Camarada Lenin
y la patria de la ternura
deberían ser buenos comienzos
y habló
parafraseando:
“El imperialismo es una lucha encarnizada de las grandes
potencias por el reparto y la redistribución del mundo…
¿Qué harán frente a esto las mujeres proletarias? ¿Limitarse
a maldecir toda guerra y todo lo militar, limitarse a exigir el desarme?
Nunca se conformarán con papel tan vergonzoso las mujeres de
una clase oprimida que sea verdaderamente revolucionaria.
Le dirá a sus hijos : << Pronto serás grande. Te darán un fusil.
Tómalo y aprende bien a manejar las armas. Es una ciencia
imprescindible para los proletarios, y no para disparar contra tus
hermanos, los obreros de otros países… y como te aconsejan que
lo hagas los traidores al socialismo, sino para luchar contra la
burguesía de tu propio país, para poner fin a la explotación, la miseria
y a las guerras, no con buenos deseos, sino venciendo a la burguesía
y desarmándola”
Y desde ahora
abrácense que las mujeres son de todos
y los niños son de todos
los brazos cruzados serán pecado
cantar sin sonrisa, una maldición
y es mejor que los que no luchan
por lo que es suyo
vayan amando la muerte
que acá estamos cansados de los cobardes
del desaliento
y las mariconadas en la acción
Bajó de la silla
que por minutos
era Rusia sin fuerzas de producción
ni acero ni supermanes rojos
con un Lenin enamorado de los obreros
y sus problemas
brillante como el Che
entregando su vida en Bolivia
a la temerosa y ciega ráfaga
que no asesinó nada
Sintió el piso tambalear
descender a nubes de primavera
así como la primera vez
de pequeño
enanito entre tanto grande
viejos de barbas sin color
Las manos hicieron fiesta con él
los labiales sonrojaron sus mejillas
y las sonrisas no paraban de cantar
era alegría y deseo juntos
que los manuales no hablaban
ni los evangelios del ayer
Inspiró su saco largo y oscuro
retenido a cualquier Vallejo o Rimbaud
Baudelaire o Tomás Temoche
actuando versos en su gloria
Se despidió con el puño en alto
silbando canciones prohibidas
coreando La Internacional
abrigándose más del sistema
que del viento
y para no perder la costumbre
del compañero Pedro Rojas
pintó en la pared más cercana
“El peldaño secreto de tu cuerpo
amanecerá hoy de rojo intenso
¡Vivan los compañeros caídos!”
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